ARTÍCULOS DE OPINIÓN

 

 

 

Una cuadrilla de amiguetes

Jorge Marsá

La Voz de Lanzarote y La Isla Informativa, 13 de febrero de 2004

 

Sostiene Lorenzo Olarte que Canarias es un paraíso de corrupción. Y difícilmente puede llevársele la contraria a persona tan bien informada en estos asuntos. No obstante, no se me ocurrirá a mí utilizar otra vez el término corrupción o corrupto, después de haber sido escarmentado por la jueza Doña María Dolores García Benítez con 9.000 euros. Así que si Canarias es tierra de corrupción, Lanzarote es la isla de las irregularidades, de lo sorprendente y de las excepciones legales. Al fin y al cabo, no deja de ser sorprendente que el Presidente del Cabildo esté de nuevo en la cárcel por haber cometido irregularidades en la búsqueda de excepciones legales.

Cuando en Canarias hablan de corrupción y en Lanzarote de irregularidades, a partir del rígido y recto magisterio de Doña María Dolores, se piensa siempre en el ámbito político. Sin embargo, también hay funcionarios que trabajan. Y algunos lo hacen a destajo: Felipe Fernández Camero ha sido destituido como secretario del Ayuntamiento de Arrecife, por realizar tal cantidad de trabajos que el Ministerio de Administraciones Públicas ha tenido que considerarlos incompatibles. Al revés de lo que hizo la corporación que, con el voto de CC, PIL, PSOE y PP, declaró su compatibilidad con catorce años de retroactividad... por si las moscas. Es bien conocida la extrema dificultad de que en este país se expediente y sancione a un funcionario; pues bien, en Lanzarote ya tenemos un ejemplo de que, pese a lo que algunos creen, no resulta tarea imposible.

En ese Ayuntamiento no sólo el primer funcionario merece la atención de la Administración del Estado. No sé en qué momento, si antes o después del último viaje vacacional del Sr. Fernández con su amiga María Isabel Déniz, el Director General del Catastro del Ministerio de Hacienda se dirigía a la Alcaldesa de Arrecife pidiendo informes sobre las correrías del encargado del catastro en ese Ayuntamiento, Francisco Carmona Garcés. Ejemplo excepcional de cómo un delineante y oscuro empleado municipal amasa una notable fortuna acudiendo al pluriempleo. Este funcionario, en sus ratos libres –como el otro–, dirige cinco sociedades –que sepamos–, tres de las cuales están dedicadas a la especulación del suelo, de ese suelo que se registra en su oficina del catastro. Una de ellas controla un polígono industrial en el que se levanta ya casi un centenar de naves industriales, todas ilegales; circunstancia que no ha llamado la atención de su amigo Fernández en uno de sus trabajos: el de secretario del Ayuntamiento. El objeto social de las otras dos sociedades del delineante es proporcionar servicios jurídicos, ¿quién será el abogado que presta esos servicios?

Con la experiencia del Sr. Carmona en el ámbito de la especulación del suelo, y con las amistades que gasta, hay a quien no extraña que Maria Isabel Déniz le haya situado al frente de la Oficina del Plan General. Cierto que también hay a quien le extraña sobremanera, y rememora la fábula del zorro encargado de vigilar el gallinero.

Hace poco tiempo que un ciudadano, Gonzalo Murillo, denunciaba en La Voz de Lanzarote un hecho curioso: “El Sr. Felipe Fernández Camero en su función de Secretario General del Ayuntamiento de Arrecife, ha firmado la licencia de obra de la vivienda de su sobrino político, el Sr. Miguel Pallarés, que es contraria a la normativa urbanística vigente”. La edificación estaba situada, como no, en terrenos gestionados por una de las empresas del Sr. Carmona, sujetos al parecer a diligencias judiciales de tortuoso recorrido. Pero sobre este asunto sabremos más cosas en poco tiempo, porque el Sr. Pallarés, además de sobrino político del Secretario, es también funcionario y experto en leyes, Fiscal de Arrecife, y el 21 de diciembre se querellaba contra el denunciante y el propietario del medio de comunicación. Ahora bien, pedir 50 millones de pesetas y cuatro años cárcel por párrafos como el citado más parece una pataleta que una querella.

Claro que este tipo de actuaciones de funcionarios públicos no pueden circunscribirse exclusivamente al municipio de Arrecife. El registrador de Tías parece haber mostrado habilidades comparables en el desempeño de su función pública, y se encuentra a la espera de juicio. En el banquillo de los acusados le acompañará el que algunos consideran el mayor empresario de la Isla, Juan Francisco Rosa. No sabemos si al empresario le defenderá en esta ocasión, como ha sucedido en otras, su amigo el Sr. Fernández.

Pero sí sabemos que en Lanzarote hay una entrañable cuadrilla de amigos que nos sitúa en la vanguardia de ese terreno de actuación de tan difícil calificación. Si la Isla perteneciera a Dinamarca resultaría sencillo encontrar el adjetivo, si Lanzarote formara parte de ese “paraíso de la corrupción” al que se refiere Lorenzo Olarte las cosas estarían claras. Pero el hecho diferencial insular y la disciplina inglesa de Doña María Dolores nos obligan a referirnos a estas actuaciones como irregulares. Lo cual resulta verdaderamente estúpido, porque se practican, como se ve, con una sorprendente regularidad.

Además, este asunto revela el injusto trato que reciben nuestros políticos. El número de la revista Cuadernos del Sureste que fue secuestrado por denunciar las irregulares prácticas del Sr. Fernández, calificaba llanamente de corruptos, con nombres y apellidos, a buena parte de la clase política insular. Y no ocurrió nada. Podríamos convenir, por lo tanto, que en Lanzarote la corrupción es una manifestación que se produce exclusivamente en el ámbito político, mientras que las actuaciones equiparables de los funcionarios públicos deben ser catalogadas como irregularidades.

Así que, a la espera de que tribunales de mayor altura que el de Doña María Dolores nos devuelvan nuestra libertad de expresión, tendremos que continuar dedicándonos al cultivo del eufemismo.


 

La Bestia

Miguel Ángel de Leon

La Voz de Lanzarote, 4 de febrero de 2004

 

No hay que saber mucho de matemáticas para caer en la cuenta elemental de que la suma de los números del año en curso, 2004, da un resultado de 6. O sea, el número de referencia de La Bestia (666, para ser más precisos, según nos avisa y advierte el mismísimo Libro Sagrado, La Biblia).

Visto así (o ansina, como diría un concejal de Cultura o un consejero cabildicio que yo me sé), hasta puede ser entonces que estemos en el verdadero año del Anticristo, Ése cuya llegada a la Tierra llevan centurias anunciando los más catastrofiscas, aguafiestas o charlatanes.

Otros, por el contrario, juran y aseguran que en realidad La Bestia ya lleva un tiempito encerrada.

Yo si le digo le engaño, cristiano...

BESTIAL

En hablando e bestialidades, a mí me decían el año pasado que a lo peor lo era el tiempo y los programas de tertulia televisiva que le dedicamos en su día y momento a la figura del ahora fulminantemente cesado secretario del Ayunta-miento de Arrecife, el excelentísimo y honradísimo (hasta la duda ofende, caballero) don Felipe Fernández Camero.

Ahora, algunos sufridos telespectadores, entre ellos más de uno de los que consideraba exagerada la atención al personaje en cuestión, me dicen o insinúan que a lo peor me quedé corto en el relato y en la sana discusión pública sobre sus idas y venidas, aparte de hacerme la pregunta inevitable que siempre me formulan casi todos cada vez que me encuentran por alguna esquina en hablando de la caja tonta catódica y de lo que hoy se puede ver en ella.

Ya se sabe: lo del color del cristal, que se dice.

...Y MÁS VOLCANES

Soy un afortunado que no tiene conciencia de serlo. Vivo en una isla que, para los que no tienen esa inmensa suerte vital, significa un viaje irresistible. O al menos así lo afirmaban el pasado sábado, en el suplemento Viajes del diario nacional (o estatal, como dicen los animalitos que no saben lo que dicen) El Mundo. Bajo el título Doce viajes irresistibles, Lanzarote apararece al ladito de la mismísima Nueva York (que también es un sitio que adoro y deploro al mismo tiempo, ya puestos a contarlo todo). ¡Ahí es nada la comparanza!, como exclamarían los más viejos de las islas.

Bajo el epígrafe En tierra de volcanes (no pidamos exceso de originalidad al periodismo cuando éste se mete a ejercer de mero folleto turístico: véase no más lo mucho y malo que se escribe sobre el cuento de FITUR, con tópicos sobre tópicos y malas frases hechas de los políticos al uso), se describe tal que así a esta misma islita sin gobierno conocido: "Cada vez que uno pisa tierra lanzaroteña comienza a reescribir la historia de esta isla canaria, botón de tierra bañado por el Atlántico, ínsula de volcanes dormidos que aguardan al visitante en el Parque Nacional de Timanfaya. Otros rincones, como la Cueva de los Verdes o los Jameos del Agua -una galería de lava que esconde un hermoso lago azulado-, son parada obligada".

Ya les digo: las Islas Afortunadas, como las rebautizó en mala hora el que nunca las conoció muy bien.


 

 

Secretario

Miguel Ángel de Leon

La Voz de Lanzarote, 3 de febrero de 2004

 

El secretario guarda el secreto, y el secreto está en el secretario. Etimología elemental. "Secretaria, secretaria,/ la que ve, escucha y calla", que cantaban los de Mocedades. Porque el secretario es la persona a la que se le comunica un secreto para que lo calle. Al del Excelentísimo, Noble y Honradísimo Ayuntamiento de Arrecife, que tiene mucho que callar, lo acaban de cesar fulminantemente desde Madrid, de forma "kafkiana", según su defendida y defensora. Pero no hay que olvidar que Kafka, en Lanzarote, hubiera o huniese sido un escritor costumbrista.

¿Recuerdan lo del sorprendente secuestro editorial de una valiente revista lanzaroteña a cuenta del cuento de la honorabilidad (no se me ría nadie, por favor) del secretario? Les refresco la memoria a los más amnésicos:

"El secuestro judicial del último número de la revista lanzaroteña Cuadernos del Sureste no habla precisamente bien sobre la cacareada libertad de prensa o la facilidad que se supone que tiene cada hijo de vecina para expresar su opinión, siempre dentro de los cauces normales del respetido, que siempre es muy bonito.

Llama también la atención que, al contrario que otras pazguatas efemérides, en Lanzarote siempre logre pasar totalmente desapercibido el denominado Día Mundial de la Libertad de Prensa, que se celebra (en casi todas partes menos en nuestra isla en donde el periodismo está engañosamente en auge) cada 3 de mayo. Bien mirado, ese particular olvido lanzaroteño tiene su lógica: por aquí ya nadie cree en la libertad de prensa. No están los medios ni sus actores, por lo tanto, para celebrar casi nada.

En hablando de periodismo, comparto la opinión que avisa y advierte que la mejor Ley de Prensa es la que no existe. Y entiendo asimismo la otra definición que acuñó un destacado empresario periodístico europeo cuando le preguntaron qué es una noticia: "Algo que alguien, en algún lugar, pretende ocultar. El resto es publicidad". O puro periolorismo, como tenemos dicho y repetido aquí. Ya ni siquiera cabe hablar de aquel esfuerzo inútil que, como es triste fama, acaba produciendo melancolía. Tanta letra impresa para llegar a la nada más absoluta: en un trabajo de desgaste digno de elogio y a base de otorgar cargos o solicitar encargos (fijos o temporales, tanto monta, tanto da), el poder político lugareño le ha tapado definitiva y empíricamente la boca a la opinión publicada que dicen que hubo alguna vez en esta isla de conejeros o conejos. ¿Qué cosa es exactamente eso de la opinión pública? No la confundanos con la opinión impúdica y siempre interesada de los propios políticos que padecemos, más veletas que ayer e infinitamente menos que mañana. (...) Tal parece, en efecto, que cuantos más sean los medios de "comunicación" (la cantidad nunca tuvo nada que ver con la calidad), mayor es el silencio y menor es la opinión sincera y el juicio libre. Se impone con descaro la mediocridad. Gana por goleada el periodismo hueco que nos habla de reinas de la belleza y plebeyas de la simpleza. Y ahora el carnaval. Subvenciones murgueras, todas las que quieran. Subversión social, ninguna. Éxtasis de la nadería. Orgasmo de la frivolidad elevada al cubo (de la basura). Infraperiodismo que sólo ejerce de simple o simplona caja de resonancia de los poderes a los que aquél se somete".

A todas éstas, la gente de Cuadernos del Sureste condenada por por señalar no más que lo evidente (parte de lo evidente, quise decir). No me gusta la palabra solidaridad porque los políticos y los medios la han desgastado inútilmente, como han hecho con lo de la sostenibilidad y otros palabros similares. Pero me solidarizo, una vez más, con Jorge Marsá, y recomiendo la lectura o relectura del famoso número 11 de Cuadernos, ya en su 2ª edición, principalmente el apartado sobre El flujo de la corrupción, y más en concreto el capítulo sobre El espacio mediático (o mediocre, según se mire).


 

 

Luces en Lanzarote

Ángel Tristán Pimienta

La Provincia, 2 de febrero de 2004

 

Hace unos meses un juez de Arrecife de Lanzarote ordenó el secuestro de una revista local porque, al parecer, iba a publicar una historia relacionada con el secretario general del Ayuntamiento de Arrecife; por supuesto, el funcionario no salía bien parado. Los periodistas querían sacar a la luz sus incompatibilidades y una serie de hechos que, en lenguaje corriente, podían ser considerados como corruptelas, o como su prima hermana. Pero Lanzarote es una isla en la que ocurren cosas verdaderamente sorprendentes, como que un político condenado repetidamente por los tribunales, incluido el TS, sea pertinazmente votado por los electores y respaldado por 'fuerzas vivas' y por otros partidos con sorprendente descaro. Es un mundo complejo en el que pasan cotidianamente cosas extrañas que, empero, allí parecen de lo más normal que se despacha. Que un juez secuestre una publicación es un hecho insólito en la España democrática; aunque también hay jueces y jueces. Casi todos los días la prensa da cuenta del comportamiento de algunos magistrados a los que es razonable suponer que les falta un tornillo, sea dicho en lenguaje coloquial. Concretamente, y para no meternos en el esoterismo de algunas sentencias, el juez sustituto de los juzgados de Lérida, Solsona y Vielha, tuvo que ser ingresado en el hospital de Violanova en estado grave después de que el pasado miércoles los Mossos d'Escuadra lo encontraran dándose cabezazos contra una pared.

Pues la revista 'Cuadernos del Sureste' fue secuestrada y su editor fue condenado por intromisión ilegítima en el honor del demandante, que hizo todo lo posible para que sus negocios colaterales no aparecieran en tela de juicio. Fue un caso de libro sobre la colisión de dos derechos: el de la libre información y el de la imagen. Pero hay sobrada jurisprudencia al respecto: el secretario general de una Corporación -que además ha de velar porque las decisiones corporativas se ajusten a las leyes, y está obligado a hacer advertencias de ilegalidad cuando los concejales vayan proa al marisco- también es la imagen del Ayuntamiento y tiene unas obligaciones muy estrictas. La defensa del interés público, y el derecho de los ciudadanos a conocer la verdad, prevalecen sobre las técnicas ocultistas que intentan complicar lo que está meridianamente claro. Pero antes incluso de que se pronuncien los tribunales superiores sobre la decisión del juez local, que ha escandalizado a todos los especialistas en esta rama del Derecho, ya se ha producido una luz en medio de la penumbra: el Ministerio de Administraciones Públicas ha separado de su cargo durante seis meses al secretario general del Ayuntamiento de Arrecife, precisamente por los hechos denunciados valiente y responsablemente en 'Cuadernos del Sureste'.

Los instructores ministeriales consideran demostrado que Fernández Camero ha incurrido en dos faltas disciplinarias, una de ellas considerada muy grave, por ostentar indebidamente cargos en empresas municipales. La Administración encargada de velar por el correcto ejercicio de las funciones de los llamados 'cuerpos nacionales' desmonta, además, las triquiñuelas empleadas para compatibilizar las incompatibilidades que, según la Superioridad, son totalmente incompatibles y, como en el trabalenguas del arzobispo de Constantinopla, son imposibles de compatibilizar. Aunque la Corporación decida por mayoría absoluta permitir al secretario que desarrolle las dos funciones, él no puede hacerlo, y encima está obligado por ley a advertir a los concejales de que tal decisión no se ajusta a derecho.

En esta historia, de todas maneras, lo principal ha pasado a ser secundario: la compatibilidad o incompatibilidad del secretario general de Arrecife puede ser objeto de controversia jurídica. Expertos habrá que consideren que las incompatibilidades limitan el ejercicio de la libertad individual y que hasta los obispos pueden plantear en las salas de lo Social su derecho a no trabajar los domingos. Pero lo verdaderamente preocupante para la salud de la democracia, especialmente en localidades pequeñas, con fuerte empuje del caciquismo, es que haya habido un juez que sin que se produzcan los hechos verdaderamente graves y fundamentados previstos en la legislación, y que hasta la fecha se usan con restricción, haya decidido la retirada previa de una edición con lo que, a la vista de los sucesos posteriores y de los hechos verdaderamente probados, puede considerarse como una medida frívola y dudosamente democrática. Por la misma regla de tres sería imposible no sólo el periodismo de investigación, tan decisivo en la Europa contemporánea, pues cualquier político o funcionario tunante podría reclamar la prohibición de una tirada, sino hasta informaciones que podríamos considerar ordinarias. Siempre hay, en toda noticia, alguien que se considera agraviado... No saldrían los periódicos la mayor parte de los días. Bueno es, por eso, que el asunto haya salido otra vez a la superficie; pero mejor es que el fondo y la forma del conflicto se diriman hasta sus últimas consecuencias para aviso a navegantes. Siempre habrá un periodista con sentido del deber ojo avizor.


 

 

La marcha del Secretario

José Ramón Sánchez

Canarias 7, 31 de enero de 2004

 

Desconozco hasta qué punto le acabe a Felipe Fernández Camero la opción de presentar recurso contra la decisión estatal de privarle de su cargo como secretario del Ayuntamiento de Arrecife. Aunque bien pensado, es un aspecto que me da igual, considerando que la base de la decisión adoptada desde Madrid es muy clara en su argumento principal, con opciones a muy pocos retoques. El cargo de funcionario puede ser compatible con el ejercicio libre de la abogacía, pero siempre que haya sido tramitado en tiempo y forma un permiso en toda regla.

O dicho con otras palabras, Felipe Fernández Camero no lleva precisamente desde ayer desempeñando ejercicios profesionales tan dispares, sin facultación precisa para ello, con el añadido de que a la par que supuestamente se ha encargado de defender al Consistorio en la capital, ha sido el primer armador de los recursos que durante años han tenido en vilo a la moratoria al crecimiento turístico. Es decir, los intereses de la gran mayoría de los ciudadanos de Lanzarote en peligro por mor de un señor que se supone que tiene como primer interés profesional la defensa de lo público.

Un aspecto que a muy pocos se les esconde, que da lugar a interpretaciones concluyentes, que me imagino servirá para que los editores de Cuadernos del Sureste logren al fin salir airosos del contencioso que tienen con don Felipe. En la revista no se faltó a la verdad. Sólo se daban pistas sobre un estado de cosas que a nivel estatal ahora se castiga.


 

 

La honorabilidad del ex secretario

Mario Alberto Perdomo

La Voz de Lanzarote, 31 de enero de 2004

 

Ha quedado en entredicho algo más que la honorabilidad del secretario del Ayuntamiento de Arrecife. La Orden Ministerial no deja lugar a la duda y espero que salga publicada en el Boletín Oficial del Estado para que todo el mundo tenga acceso al documento que destituye al secretario de sus altas responsabilidades funcionariales durante seis meses, al haber incurrido en dos faltas, una muy grave y otra grave, que son causa de incompatibilidad. Es decir, deja de ser secretario municipal durante medio año, quedando vacante la Secretaría General del Ayuntamiento de la ciudad. Transcurrido dicho período puede volver a pedir destino en el propio Ayuntamiento o en cualquier otro, pero, de momento, debemos referirnos a él como ex secretario. Dicho esto, habría que apuntar que cada cual puede ganarse sus garbanzos como le venga en gana, eso sí, ajustándose siempre a la ley, especialmente cuando se trata de funcionarios públicos ya que su primera y más alta misión es servir al interés general. Lo de ganarse la vida de forma ética y/o moral es otro debate. El caso es que el secretario ha realizado actividades profesionales que no se ajustan a las leyes que regulan el quehacer de los funcionarios; de ahí la sanción. Llegados a este punto, habría que reconocer el trabajo realizado por dos ciudadanos ejemplares, Monso Pérez Hernández y Pepe Díaz, sin cuyas firmes convicciones en defensa del interés común y el Estado de Derecho no se habría producido esta ejemplar sanción. Deben ser felicitados Carlota Gutiérrez, Cuadernos del Sureste y Marsá, que agarraron por los cuernos el problema de la corrupción en la isla. Todos los ciudadanos de Arrecife tenemos motivo de alegría puesto que, por primera vez en muchos años y aunque sólo sea por el corto período de seis meses, nuestro Ayuntamiento ha sido liberado. Por otro lado, con seguridad los abogados de Cuadernos del Sureste y su consejo de redacción, que fueron demandados por el ya ex secretario por una supuesta intromisión ilegítima en su derecho al honor, aportarán esta nueva prueba al juicio que se sigue en fase de apelación, cuestionando que de intromisión ilegítima en su derecho al honor tururú que te vi. Todo lo demás que pueda ser valorado es sencillamente terrible y sólo podría resolverse dignamente con unas cuentas dimisiones. La vergüenza y el escarnio públicos a que se ve sometido el Ayuntamiento de Arrecife es de tal calibre que no caben más actitudes ambiguas o cómplices por parte de los responsables políticos, como no caben más palabras de justificación sobre la conducta profesional del ex secretario. Es verdad que puede recurrir la Orden e incluso interponer un contencioso-administrativo y hasta llegar a ganarlo. Bueno. Pero en la memoria colectiva y en el particular quién es quién que circula por esas esquinas quedan registradas para siempre jamás la Orden y sus 17 folios. Lo que ya sabíamos: escandaloso.


 

 

 La Condena

José Ramón Sánchez

Canarias 7, 15 de diciembre de 2003

 

Lo reconozco, pese a que he visto cosas curiosas en la Isla ligadas con la política y la Justicia, aún puedo verme sorprendido. El último caso data de la pasada semana, tras conocer la sentencia en relación a la revista que alertaba sobre la corrupción, donde se dedicaba una sección especial al señor secretario del Ayuntamiento de la capital.

El fallo es de los que dejan perplejo. Es de los que obligan a pensar si debemos replantear la escala de valores. Pues ya me dirán cómo casa el hecho de que se dé la razón al demandante, mientras en los argumentos se reconoce explícitamente que el artículo objeto de polémica está basado en informaciones reales. Y pese a ello, se condena a la revista al pago de 6.000 euros de indemnización, debiendo un redactor en particular añadir 9.000 euros por un escrito en este periódico comentando el contenido del trabajo publicado a inicios del ejercicio.

Ante el panorama, no atino a despejar qué hubiera sucedido si se hubiera demostrado que los hechos imputados eran falsos, que realmente sí se lesionaba la imagen del funcionario sin necesidad de autoayuda. Claro, que visto lo visto, igual la juez lo que ha hecho ha sido, y ya es, abrirnos los ojos. Igual es que nos incita a que denunciemos a nuestra clase política, a esa que casi miente más que habla, que siempre sale de rositas, o al menos eso pretende, incluso con condenas en firme.

Por cierto, omito nombres, pues me parece todo tan surrealista que igual me veo envuelto también en este entramado oligocrático. Doy las pistas justas y así siempre podré decir que estas líneas son fruto de un mal sueño que apenas recuerdo. Bendita Justicia.


 

 

La Escuela Judicial de doña María Dolores

Jorge Marsá

Canarias7, 13 de diciembre de 2003

 

Insistir en la importancia de la justicia en un Estado de derecho parece que nunca está demás. Especialmente, si tenemos en cuenta la pobre opinión que de ella tiene la población de este país. Y en este aspecto, cobra una especial relevancia la necesidad de incrementar el esfuerzo para mejorar la Escuela Judicial, el lugar donde termina de prepararse profesionalmente la figura más emblemática del sistema: el juez. Porque de vez en cuando aparecen por ahí algunas sentencias que más que sorpresa provocan auténtico estupor.

Hace poco asistí a un juicio. Y no fue por casualidad; sino como acusado. Había sido demandado, junto a la revista Cuadernos del Sureste, por un incansable trabajador, Don Felipe Fernández Camero, que además de desempeñarse como Secretario del Ayuntamiento de Arrecife es muy capaz de encontrar tiempo y energía para realizar toda otra impresionante cantidad de labores en el sector privado, que le han proporcionado, como no puede ser de otra manera, pingues beneficios. Y allí conocí a la doña María Dolores García Benítez –que en nada recordaba a la imagen tradicional que tenemos de un juez–, una agradable y seria joven que parecía de lo más dispuesta a hacer su trabajo con eficacia y prontitud, para mayor satisfacción de los ciudadanos que requerían de sus públicos servicios.

Y ciertamente que hizo el trabajo con prontitud; en cuanto a la eficacia, se hace lo que se puede con la Escuela Judicial que nos ha tocado en gracia. Porque cómo se le puede pedir a alguien que redacte correctamente una sentencia si no se le ha enseñado a hacerlo. Sería injusto imputar a la amable y bien parecida joven por un desliz que, pese a lo que sostienen algunos mal dispuestos, no deja de ser un detalle sin ninguna importancia: que de los dos demandados a los que condena a lo largo de la sentencia, se le pierda uno en el fallo. No es cierto que sea más comprensivo que otros por el hecho de que fuera yo al que se le olvidó sancionar. Trato de ser objetivo y, por qué no decirlo, comprensivo. Aunque otros piensen que también podría beneficiarme de que se le bailaran las cifras, esto es, que si anunciaba 6.000 € para la revista y 9.000 para mí, terminara condenando sólo a la primera y, además, a 9.000. ¡Se van a quejar por un piquito de 3.000 €!

Estos y otro surtido de errores de la sentencia no pueden empañar la excelente disposición de la buena mujer en lo realmente importante, en el fondo de lo que se juzgaba. Y allí su análisis jurídico se revela de fina hilada (se puede comprobar leyendo la sentencia, alojada en www.cuadernosdelsureste.com). Resumiendo, sostiene la señora que el artículo publicado en Cuadernos, con el título “El secretario: el quinto poder”, contenía informaciones veraces y suficientemente contrastadas, y que el Sr. Fernández es persona de público conocimiento, por lo que los hechos pueden considerarse noticiables. Concluyendo, que en estas circunstancias debe prevalecer, obviamente, la libertad de información sobre el derecho al honor.

Problema resuelto, dirán ustedes. ¿Entonces por qué les condenó? Pues es que en esto del derecho las cosas no son tan sencillas como podrían pensar mentes tan simples como las suyas o la mía. Pese a que las relatadas barrabasadas del Secretario fueran dadas por ciertas e, incluso, por él reconocidas, y a que las expresiones utilizadas no se consideraran “atentatorias del derecho al honor, pues se encuentran amparadas por la libertad de expresión”, sin embargo, y mire usted por donde, al haber alojado el artículo en una carpeta cuyo título era corrupción, pues... ¿Pues qué?, preguntarán ustedes. Pues que la cagaste Burt Lancaste.

Pues –¡otra vez con el pues!–. Sí señor, pues que bien hace doña Maria Dolores al reprenderles por la falta de imaginación semántica de la que hacen gala quienes se dedican, precisamente, a publicar una revista que, además, presume de seria. Porque no es de recibo argumentar que con las acepciones de la Real Academia para el término corrupción bastante tenemos; tampoco vale con derivas populistas facilonas sobre lo que entiende por corrupto la gente corriente, o la que anda. ¡Un poquito más de imaginación!, que el español no es lengua muerta, y bien podrían haber inventado ustedes otra palabra para evitar el correctivo de doña María Dolores, que, por otra parte, ni les ha puesto de rodillas cara a la pared, ni les ha dado con la regla en los nudillos, tan sólo les ha endilgado una multa... y sin pasarse... que dos milloncejos y medio de pesetas no dan para tanta queja ni tanto revuelo.

Y para el que escribe: “¡que deje usted de ser pesado!”, que ya le han dicho sus colegas que de piropear a doña María Dolores, nada, que amores son dolores; y que al Sr. Fernández le puede llamar de todo menos... bonito. Y que ya está bien de empeñarse en que el proceso, por muy judicial que sea, no ha hecho sino empezar, y que otros vendrán que la cartilla te leerán, si no aprendiste a hacerlo en la Escuela Judicial.


 

 

La sentencia de Cuadernos y Playa Quemada S.A.

Josechu Pérez Niz

La Isla Informativa, 12 de diciembre de 2003

 

En las cosas que tienen toda la pinta de chorizadas suelen estar presentes personas con pinta de chorizo. Si sigues La Isla y a estos acordes y desacuerdos, recordarás que hace unas semanas presentamos “El último pelotazo”: Una posibilidad de compra de unos terrenos en Playa Quemada calificados como rústicos de protección territorial. Los actores: Dimas de un lado, haciéndole llegar a los promotores la disponibilidad del Cabildo por hacerse con esos terrenos; Godde y Walter Neupert (el suizo de los 70 millones) de otro, dejándose querer presentando una sustanciosa, para ellos claro, oferta de venta.

No voy a seguir hablando de Dimas, ni de Godde, ni de Neupert. Me referiré ahora a quien está en medio de la jugada: Felipe Fernández Camero, Secretario del Ayuntamiento de Arrecife.

Godde y Neupert administran solidariamente “Playa Quemada S.A.”. Uno de los apoderados de esta sociedad es Felipe Fernández Camero. Y el domicilio social de la sociedad anónima se encuentra en la calle Las Adelfas 24. Aquí vive Fernández Camero. Es decir, Don Felipe, además de ser el funcionario número uno de Arrecife, dedica su tiempo libre no a bailar sevillanas precisamente sino a aconsejar, a apoderar y a recurrir las medidas restrictivas que han ido surgiendo en Lanzarote: El PIOT, la llamada moratoria… Sus servicios, dilatados en el tiempo, están ejemplarmente relatados en el número once de Cuadernos del Sureste: “El secretario: el quinto poder”. Artículo firmado por la sin par Carlota Gutiérrez. Si no lo tienes, ya que las dos tiradas de este número se agotaron, te aconsejo que acudas a www.cuadernosdelsureste.com y eches un vistazo al citado artículo. Ahí sabrás quién es Felipe Fernández Camero Ahí sabrás quién es Felipe Fernández Camero y porqué fue tildado de corrupto por la increíble mezcla de quehaceres públicos y lucrativas actividades privadas.

Creyéndose portador de inmunidad diplomática, Don Felipe planteó una demanda contra la publicación cuadernista y Jorge Marsá y solicitó el secuestro de la revista (cuando se había agotado la tirada, hay que ser torpe). La razón, un atentado a su honor o algo así. Cuadernos estuvo secuestrada más de tres meses y finalmente resultó liberada: Los contenidos del artículo “El secretario: el quinto poder” eran, son, veraces. Reales como la vida misma.

En cuanto a la demanda propiamente dicha, el viernes pasado se conoció la sentencia: Cuadernos del Sureste, culpable; Jorge Marsá, culpable. La publicación tendrá que apoquinar a Fernández Camero un millón de pesetas y Marsá millón y medio. Conclusión: El honor de Don Felipe, según la sentencia, vale dos millones y medio de pesetas.

¿Por qué son culpables? Dice la sentencia que el artículo de Carlota Gutiérrez es veraz y que sus contenidos están debidamente contrastados y probados, pero al ir en una carpeta llamada “corrupción”: Culpable (¿?). A Marsá porque en la presentación de la revista se publicó que le había asignado a Don Felipe el término de “corrupto” y en un artículo, motivado por el secuestro de la publicación, le dijo algo así como “Quédese tranquilo. Usted es un corrupto”: Culpable (¿?). La sentencia va a ser recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia de Canarias. Gane quien gane, la causa seguirá durante un buen tiempo: En el Supremo, en el Constitucional e incluso en Estrasburgo. Ya verán.

Pero al grano, o mejor a los interrogantes anteriores. ¿Culpable Cuadernos? Si los contenidos y el fondo del artículo de Carlota son veraces y están contrastados, ¿qué término se podría emplear para su análisis? Carpeta corrupción. ¿Culpable Marsá? Si los contenidos y el fondo del artículo de Carlota son veraces y están contrastados, tal y como reconoce la sentencia, podríamos emitir el mismo juicio que el amigo (y)Jorge: Usted, Don Felipe, prácticamente cosa que toca, cosa que apesta. La última conocida, lo de Playa Quemada S.A.


 

 

Un país excepcional (carta al Sr. Fernández)

Jorge Marsá

Canarias7, 15 de noviembre de 2003

 

Hace unos seis meses publicaba un artículo en este diario en el que me tomaba la libertad de adjetivar el comportamiento de Felipe Fernández Camero como abogado y secretario del Ayuntamiento de Arrecife. Poco tiempo atrás, me encontraba con una fotocopia de aquel texto en el juzgado: al Sr. Fernández no le había hecho ni pizca de gracia, y lo adjuntó a una demanda judicial contra la revista Cuadernos del Sureste por su mancillado honor. Y la verdad, entiendo la contrariedad de este abogado, porque el hecho de que se ponga en duda su honorabilidad dificulta, sostiene él, sus relaciones profesionales con su clientela, constituida por los más insignes representantes del poder político y económico lanzaroteño. Poder que se caracteriza, como no podía ser de otra forma, por un comportamiento intachable.

Claro que, incluso en las mejores familias, puede uno encontrarse con una oveja negra. En Lanzarote, las excepciones que confirman la regla son pocas; pero señaladas. El Cabildo lo dirige un buen amigo del Sr. Fernández, don Dimas Martín, bien conocido por su inveterada afición al uso de la excepcionalidad en cuestiones relacionadas con la legalidad vigente. Recientemente, hemos sabido que el Seprona se anda ya por la quinta denuncia sobre la actividad constructora del Alcalde de San Bartolomé en el bello y protegido paraje de La Geria. Un poco antes, el fiscal tenía la delicadeza de obsequiar al Alcalde de Yaiza con el título de imputado en un delito de prevaricación. Junto con el de Teguise, ambos alcaldes han venido declinando la invitación de los tribunales para entregar el listado de licencias de construcción, que el Cabildo tuvo que solicitarles en esa jurisdicción a causa de la hilaridad que provocaban las peticiones por cauces más ordinarios. No mucho tiempo antes, la demanda en el juzgado por actividades excepcionales se dirigía contra el Alcalde de Tías. En Haría, con ese tipo de denuncias juegan a las cartas el anterior y el actual alcalde. Hace unos días conocíamos cómo se pagaban los favores políticos del Alcalde de Tinajo a Dimas Martín: con la adjudicación de cuantiosos contratos a su empresa para alumbrar espacios diversos, algunos en su propio municipio. En Arrecife, estamos a la espera de que los tribunales tengan a bien pronunciarse sobre las ilegalidades o irregularidades con las que se concede el disfrute del espacio público (el parque Islas Canarias, por ejemplo) a los amigos que disponen de una empresa privada de las buenas. Y ya no nos queda ningún municipio de la Isla, aunque sí otra buena cantidad de ejemplos... pero el espacio es limitado. Así que las actividades de nuestros más distinguidos empresarios las dejaremos para otra ocasión, quizá para cuando se celebre el juicio por el caso FORELAN, donde el fiscal solicita diez añitos para algunos de ellos.

Puede comprobar usted, Sr. Fernández, lo honorable que resulta en Lanzarote la dedicación a la búsqueda de la excepción legal. E igualmente acompañado puede sentirse en este afortunado Archipiélago, tierra de tantos casos: el caso ICFEM, el caso Tindaya, el caso Jinámar... Y los de cada una de las Islas, que no crea usted que fuera de Lanzarote no se dedican también a sus excepciones. Y con tanto caso se ha hecho usted con un dinerito que algunos no soñaríamos con reunir ni aunque alcanzáramos la venerable edad de Matusalem.

Ahora bien, apropiarnos de la exclusiva de tan excepcional comportamiento, adjudicándoselo al haber del hecho diferencial insular, no se ajustaría a las más elementales normas de la caballerosidad. Porque, en este asunto, no hay menoscabo en ser peninsular. No carecen en la piel de toro de habilidad para la práctica de la excepción, porque, ciertamente, no resulta habitual allí tener que repetir unas elecciones, ni es general la pericia requerida para conjuntar hilos tan finos como los de Filesa, Naseiro, Cansinos, las tragaperras o los del AVE, del que tan pronto brota dinero como socavones.

Lo único que sería inaudito, porque no existe práctica documentada ni en la ínsula ni en la península, es que se produjera una dimisión por alguno de esos casos tan excepcionales. Abandonar las responsabilidades adquiridas con los votantes o con el partido por nimiedades de ese tipo, no forma parte del bagaje cultural del que disfrutamos. Y por el momento, afortunadamente, esta seña de identidad no se ha diluido. Pese al peligro que podía haber supuesto la contaminación europea para nuestra excepción cultural, la proximidad política con sociedades en las que por un quítame allá esas pajas le da por dimitir a cualquier político. Aquí somos, como decíamos, mucho más responsables, razón por la cual no se nos ocurre a los electores dejar de votar a un político por asuntos tan excepcionales.

Así que, Sr. Fernández, el lunes nos vemos en el juzgado, pero vaya usted tranquilo que no pasa nada. Aunque pierda el juicio, otra vez, siempre le van a quedar clientes y honorabilidad más que sobrada para que pueda continuar dedicándose a cultivar la noble causa de la excepcionalidad en el jardín del derecho. Vivimos en una democracia regida por el Estado de derecho, aunque no como algunos creen porque no tenga cabida la excepción en el cumplimiento de la Ley. No, por dios. Tampoco porque todos seamos iguales ante esa Ley; por favor. Sino porque, pese a resultar excepcional que a alguien se le caiga el pelo por la práctica de la excepción (y aquí sí tiene razón su amigo Dimas Martín), no pueden ustedes evitar que a algunos nos dé por decir lo que nos parecen sus muy respetables habilidades para hallar esas excepciones que en este país más parecen la regla.

Vamos, que ustedes continuarán haciendo lo que les venga en gana, pero no podrán evitar que la gente menos excepcional se asombre y, además, muestre esa admiración en público. Sr. Fernández, algunos lo llaman, ellos sabrán por qué, libertad de expresión.